viernes, 6 de mayo de 2016

Las aves que sonreían

Pequeñas aves visitan diariamente mi ventana, mas aún en días grises, días que dejan mi rostro pálido sin razón aparente. Se desprende mi alma, atraviesa la ventana, y a las aves, y me abandona; la soledad es quién me custodia, sigilosa, en algún lugar de mi cuarto, en algún lugar, en mi vida..
No queda mas que objetos materiales que me rodean y me invitan a padecer... en vano.
Angustiado, permanezco calmo en plena e inmensa soledad que consume mis ánimos de luchar en esta guerra contra un enemigo que siempre estuvo allí, esperando mi rendición, pero, mis ojeras de hombre cansado y enterrado hace tiempo se niegan a intermediar, y la tarde, y la lluvia van entristeciendo todo, congelan y marchitan cada una de las que fueron mis animaciones alguna vez. De grisáceo, el panorama se torna oscuro y ella se acerca, ella me abraza y me susurra al oído recuerdos penosos hallados en mi inconsciente.
A lo lejos, a través de la ventana, lo ultimo que me permite ver en este agonizar es a mi alma alejándose lentamente por el camino, en compañía de las aves que sonreían. 

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